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News & Events Producción agroindustrial y derechos humanos, bajo la lupa de Naciones Unidas
Producción agroindustrial y derechos humanos, bajo la lupa de Naciones Unidas
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Por Jorgelina Hiba

Organizaciones socioambientales de Argentina advierten a la ONU sobre los impactos del modelo agrícola en los derechos humanos. Insisten en que no asegura la provisión de alimentos baratos ni ayuda a enfrentar la crisis climática. 

"Cada vez son mayores las evidencias de que la agricultura convencional, basada en insumos industriales (agroquímicos y combustibles fósiles) provoca serios impactos territoriales, tanto por el uso de insumos químicos como por la calidad de los alimentos consumidos”. La frase resume el espíritu de un documento elaborado por una decena de organizaciones ambientalistas argentinas para ser presentado ante el relator de Derechos Humanos y Ambiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde se pone la lupa sobre los impactos ambientales del sistema alimentario global y sus efectos adversos sobre los derechos humanos en el país.

En el informe se destaca que las políticas públicas actuales “están impulsando aún más el modelo agroexportador” y que esto pone en juego “el acceso a la tierra, al agua y la seguridad alimentaria de los sectores rurales argentinos”.

 

Tierras y monocultivo

El documento (elaborado entre otros por la Iniciativa Tierra, el Programa Defensoras Ambientales, Land Matrix LAC, la Plataforma Semiáridos, la Unión de Trabajadores por la Tierra, el Programa SedCero, la Fundación Plurales y Fundapaz) señala que en Argentina solo el 13% de la tierra está en manos de agricultores familiares que producen más del 60% de los alimentos que circulan en el mercado interno, mientras que el 1% de las explotaciones agrarias controlan el 36% de la tierra cultivada.

Estas inequidades de acceso a la tierra deben estar en el centro del debate sobre sistemas alimentarios sostenibles y derechos humanos” alertaron las organizaciones, que destacaron que la alta concentración de la tierra, el extractivismo, los monocultivos y el uso de químicos “para garantizar el modelo agroexportador, generan graves impactos ecológicos, aumentan los conflictos y amenazas sobre los pequeños agricultores familiares agudizando las desigualdades y poniendo en riesgo la seguridad y soberanía alimentaria”.

El agua, un bien escaso

El uso y abuso del agua aparece en un lugar central en el análisis que las organizaciones socioambientales plantean y comparten con los expertos de Naciones Unidas. Por un lado, sostienen, la expansión de la frontera agropecuaria y el uso extractivista de la tierra “ha llevado a que, en los países de América latina, el consumo de agua se destine principalmente (el 70%) a la agricultura”, mientras se dedica menos de un 20% al consumo humano y a actividades industriales.

El reporte subraya que, en Argentina, hay más de 5 millones de personas que no tienen acceso al agua segura en vivienda, y que cerca de 1 millón ni siquiera puede acceder al agua en el perímetro de su terreno. “Si se toma el total de la población, más del 13% de los argentinos no goza de acceso permanente a este recurso, especialmente en las provincias que integran la región del Gran Chaco”.

La respuesta agroecológica

Uno de los caminos a recorrer para desandar el avance de los modelos agroindustriales químico dependientes es la agroecología y la inclusión y participación de las poblaciones locales. En ese sentido, el documento postula que la agroecología “es uno de los caminos esenciales para lograr los objetivos de desarrollo sustentable establecidos por la ONU en la Agenda 2030, que tiene que ver con la eliminación de la pobreza y del hambre, la promoción de la salud y la igualdad de género, la reducción de la desigualdad, el consumo y producción responsable, la acción climática y el trabajo decente.

Un paradigma de producción de alimentos basado en la agroecología permite tanto formas de producción sustentable como el consumo de alimentos más sanos, en particular cuando es aplicada a la producción hortícola. “La agroecología puede preservar la biodiversidad, contribuir a la adaptación y mitigación del cambio climático y mejorar la resiliencia de los/as agricultores/as familiares, comunidades campesinas e indígenas” señala el trabajo.

Noticia publicada por  AIRE DIGITAL