La biosfera del Río Plátano comienza a lo largo de la costa noreste de Honduras y se extiende al sur hacia el interior de las densas selvas tropicales. El río Plátano, nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982, es uno de los ecosistemas más impresionantes del planeta. Los ríos descienden en picada en anchos arcos a través del bosque, que alberga más de 721 especies conocidas de vertebrados, incluidos jaguares, osos hormigueros gigantes y guacamayos verdes. Hacia el extremo sur, el río Plátano se superpone con reservas indígenas que se extienden por la frontera hacia la Reserva de la Biosfera Bosawás, en Nicaragua.
En total, la reserva protegida de 630 000 ha (1,56 millones de acres), junto con sus 200 000 ha (494 000 acres) de zona de amortiguamiento y territorios indígenas adjuntos, alberga algunos de los restos intactos de selva tropical mesoamericana, que solía abarcar franjas amplias de América Central. En años recientes, la tasa de deforestación en la reserva del río Plátano se ha disparado, a medida que la invasión ilegal de ganaderos, taladores y traficantes de drogas continua amenazando la integridad de la biosfera.
Mongabay pudo reunir evidencia sobre la construcción de una carretera ilegal que atraviesa directamente la zona de amortiguamiento del río Plátano e ingresa al corazón de las comunidades indígenas. Los líderes de estos territorios afirman que la carretera es “la mayor amenaza en el río Plátano” y acusan al Gobierno hondureño de hacerse de la vista gorda con sus obligaciones legales de ponerle un alto.
“La carretera se construyó como herramienta para actores ilícitos, y será utilizada para traficar drogas, madera y otros productos”, comentó uno de los líderes a Mongabay.
Mongabay verificó también la existencia de la carretera a través de distintas fuentes en la región, incluso con funcionarios que trabajan en organismos que tienen a su cargo las labores de supervisión de la biosfera. Según estas fuentes, quienes financian la carretera son empresarios y políticos locales poderosos con presuntas conexiones con traficantes de drogas. Debido al riesgo asociado con hablar públicamente sobre la carretera, Mongabay aceptó proteger sus identidades.
“Sabemos que hay gente muy poderosa entre quienes construyen la carretera, inclusive traficantes de drogas y grandes ganaderos”, explicó uno de los funcionarios hondureños con conocimiento directo sobre los temas relacionados con el río Plátano.
Según las fuentes de Mongabay, la construcción de la carretera ha tomado vuelo a principios del 2020 y se aceleró durante la pandemia de la COVID-19. Los datos satelitales muestran que la carretera comienza en el departamento central de Olancho, Honduras, y ya ha cruzado territorio indígena Tawahka. Además se ha extendido al este, a través de la zona de amortiguamiento de la reserva del río Plátano y al interior del territorio de Bakinasta, propiedad del grupo indígena Miskitu, en el departamento de Gracias a Dios. Los conservacionistas que trabajan en la región sostienen que la existencia de dicha carretera es una amenaza inmediata a la biosfera del río Plátano y que brindará acceso a especuladores de tierra que buscan establecer ranchos ganaderos y operaciones agrícolas.
“Inevitablemente, esta carretera creará un corredor de deforestación a lo largo de todo el bosque Miskitu, será utilizada como ruta para drogas y otros bienes ilegales, y pondrá en riesgo territorios indígenas de este a oeste”, explica un defensor con experiencia en la región.
La sección inicial de la carretera fue construida en el 2008, pero las fuentes de Mongabay informaron que se extendió rápidamente a través del río Plátano durante la pandemia, ya que los líderes indígenas fueron presionados para firmar acuerdos ilegales mediante los que se permitía la construcción. Si bien algunos miembros del grupo Tawahka parecen apoyar la carretera debido al acceso que abre a centros de salud y a oportunidades económicas en ciudades cercanas, documentación revisada por Mongabay muestra que sus vecinos, los Miskitu, se oponen firmemente a su presencia por temor a que facilite una lluvia de toma de terrenos y de incursiones violentas en sus tierras.
“Esta asamblea declara inaceptable el proyecto de carretera interdepartamental y lo considera una amenaza directa a nuestro territorio y a nuestros recursos naturales”, escribió el Consejo Territorial Miskitu Bakinasta en una declaración enviada en el 2020 al fiscal hondureño responsable de asuntos indígenas.
A pesar de la clara ilegalidad de la carretera y de la amenaza que presenta para la integridad del río Plátano, hasta el momento el Gobierno hondureño no ha detenido su construcción, a pesar de conocer su existencia sin lugar a dudas, según comentan fuentes consultadas por Mongabay.
“Las autoridades gubernamentales se han movido muy pasivamente —señala el líder indígena—. No han actuado, aunque existe un marco legal que empodera a las Fuerzas Armadas para instaurar la conservación del bosque y proteger la vida en el río Plátano por ser Patrimonio de la Humanidad”.
Las tierras del grupo Miskitu se ven amenazadas por especuladores y por colonos, tanto en Honduras como en Nicaragua. En el 2020, el Instituto Oakland publicó un informe en el que manifiesta que al menos 40 personas indígenas han sido asesinadas en disputas de tierras en Nicaragua desde el 2015. Los defensores sostienen que temen que la carretera acelere la presencia de amenazas similares en los territorios Miskitu de Honduras. Al menos hubo cuatro asesinatos en comunidades de esa zona desde el 2020; los atacantes llegaron en cuatrimotos y se fueron por el sector recién construido de la carretera.
“El peligro es muy, muy claro aquí —afirma el defensor—. No son personas con las que conviene meterse”.
La presencia de la carretera y la negativa del Gobierno hondureño a suspender su construcción son una muestra de los problemas que enfrenta el país con la corrupción y la impunidad. En el 2019, el hermano del presidente Juan Orlando Hernández fue condenado por tráfico de drogas en Nueva York, y las pruebas presentadas por los fiscales en un juicio aparte involucraban al propio Hernández en el comercio ilegal.
“Está claro que las élites políticas que podrían estar conectadas con comercios ilegales ejercen mucha influencia en la oficina de la Procuraduría General —afirma Stephen Dudley, codirector de Insight Crime—. Hicimos un informe que registraba las diferentes maneras en que miembros del partido nacional estaban conectados con actividades ilícitas: desde malversación de fondos para sus propias campañas hasta tráfico de drogas y de madera. Y todos estos intereses se ven facilitados por un Estado débil y corrupto”.
Según la investigación de Insight Crime, el tráfico de drogas en Honduras y en el río Plátano ha aumentado significativamente en los últimos años, ya que los contrabandistas utilizan cada vez más las rutas que van tierra adentro desde la costa, a través de la selva tropical, hacia el norte, hasta llegar a Guatemala y a México. Una carretera que cruzara el río Plátano sería un beneficio para los traficantes, ya que les permitiría transportar los envíos con mayor facilidad a través de la región remota, lejos de las miradas curiosas y de los esfuerzos de incautación.
“Este es un tema peligroso —sostiene una fuente de Mongabay en el Gobierno hondureño—. Hubo grandes traficantes de drogas en la parte norte del río Plátano, incluidos los Amador, de quienes creemos que están detrás de la carretera porque la ruta de acceso es más rápida”.
Esta misma fuente señaló que personal del Instituto de Conservación Forestal (ICF) y representantes de la Fiscalía del Medioambiente realizaron diversas visitas a la carretera pero que, hasta el momento, no hay fuerza de voluntad política de ordenar arrestos ni de tomar acciones concretas. Ni el ICF ni la Fiscalía del Medioambiente respondió a los pedidos de comentarios de Mongabay.
“Sabemos que algunos diputados o políticos del Gobierno actual tienen propiedades en el río Plátano o en la biosfera Tawahka, así que está claro que la carretera es conveniente para ellos —señaló el funcionario—. Creemos que hay fuertes conexiones políticas entre la apertura de la carretera y los ganaderos, ya que muchos políticos en Olancho también son ganaderos”.
Mientras los Miskitu de Bakinasta continúan haciendo protestas sin que las autoridades tomen acción alguna, crece el temor de que alguien dentro del Gobierno hondureño haya decidido permitir que continúe la construcción de la carretera, a pesar de la amenaza que presenta para el río Plátano.
“Parece que desean o esperan alguna decisión política —señaló un defensor de la conservación, ubicado en Tegucigalpa—. Tal vez lo dejen así para siempre, sin hacer nada. Ese sería el peor de los casos”.
Eso podría traducirse en un desastre para los bosques y vida silvestre dentro del río Plátano, como también para las comunidades indígenas que viven a su alrededor.
“Esto sucede debido al abandono institucional —sostiene el funcionario—. Ahora, estos ganaderos, traficantes de drogas y políticos han hecho lo que querían en la zona de la Mosquitia y, como resultado de eso, tenemos esta carretera”.
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