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Colombia tiene una de las mayores cifras de desplazados internos en el mundo. Sin embargo, hay un enigma. Mientras las cifras más recientes de las ONG calculan en 4 millones el número total de desplazados internos desde 1985, las cifras del gobierno colombiano muestran estimativos mucho más bajos, de 1,9 millones. De hecho, hay importantes discrepancias en las maneras como se identifica, cuenta y clasifica a los desplazados. Más aún, mientras ahora es una opinión generalizada el hecho de que el desplazamiento ha afectado de manera proporcionalmente mayor a las poblaciones negras en comparación con las poblaciones mestizas, no existen datos que respalden esa opinión. La población desplazada no ha sido representada en términos de su composición étnica. En este artículo, basándome en el trabajo de Hannah Arendt sobre el terror y la maldad, propongo la noción de «banalidad del desplazamiento» para explicar esa perspectiva daltónica en los discursos y la representación del desplazamiento en Colombia. Estudiaré en particular el caso de la población afrocolombiana, basado en datos de campo recopilados desde 1996, cuando comencé mi trabajo con el movimiento social de las comunidades negras en Colombia.