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Emergencia, promesas estatales y defensa del agua: Lago Titicaca, lagunas de Cajamarca y Amazonía

Emergencia, promesas estatales y defensa del agua: Lago Titicaca, lagunas de Cajamarca y Amazonía

Resource information

Date of publication
June 2018
Resource Language
ISBN / Resource ID
IPDRS-Diálogos-221
Pages
4
License of the resource

Emergencia, promesas estatales y defensa del agua: Lago Titicaca, lagunas de Cajamarca y Amazonía
 Violeta Montellano Loredo *[1]
 
Licenciada en Antropología por la Universidad Mayor de San Andrés y Magíster en Antropología Visual y Documental Etnográfico por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – Ecuador. Investigadora e integrante de la agrupación Colectiva Ch’ixi y de la productora Creaciones Cinematográficas Huayrurito. Se desempeñó como docente de metodologías de investigación, escritura crítica, Antropología de la Identidad y Documental Reflexivo. Actualmente forma parte del Área de Investigación – acción en el Instituto para el Desarrollo Rural en Sudamérica.
Como una medida de urgencia, el pasado 2 de junio, el ministro de Medio Ambiente en Bolivia, Carlos Ortuño y el director de la Agencia Francesa para el Desarrollo (AFD), Rémy Rioux, visitaron el municipio de Puerto Pérez (provincia Los Andes del dpto. de La Paz), con la intención de definir acciones para enfrentar la crisis ambiental que experimenta el lago Titicaca, fundamentalmente en la cuenca Katari y el Lago Menor. Hace décadas, el IRD (Institut de Recherche pour le Développement) investiga y mide la contaminación del lago y, en el presente, la AFD prevé invertir aproximadamente 200 millones de dólares para descontaminarlo. Por otra parte, el gobierno boliviano en cooperación con el Banco Interamericano de Desarrollo, afirmó que invertirá 86 millones de dólares para la construcción de plantas de tratamiento de aguas en poblaciones ribereñas y la ampliación de una planta de tratamiento de aguas en El Alto.
Durante el III Gabinete Binacional de Bolivia y Perú, realizado en septiembre del año pasado, uno de los temas tratados fue la contaminación acelerada del lago Titicaca. Perú anunció que invertiría 437 millones de dólares en la construcción de 10 plantas de tratamiento de aguas residuales, mientras que Bolivia se comprometió ya entonces, con invertir 85 millones de dólares para la construcción de plantas residuales y rellenos sanitarios. Sin embargo, las consecuencias de la contaminación del lago se sienten desde hace al menos 20 años y los compromisos establecidos por ambos gobiernos no se han materializado en acciones concretas durante todo este tiempo. Además, parecen contradecirse con los proyectos desarrollistas que ambos gobiernos promueven y en los que invierten cantidades mucho mayores de presupuesto. 
El Titicaca, conocido por ser el lago más alto del mundo, fue considerado como un ser sagrado durante miles de años por las sociedades asentadas a su alrededor y, según el mito de origen andino, además es considerado como el centro donde nació el universo en su dimensión social y cósmica. Aunque esta representación simbólica actualmente es útil para fines políticos o comerciales, su carácter sagrado está anclado en su materialidad. El lago Titicaca es el eje central del sistema hídrico del altiplano andino y genera diversidad de pisos ecológicos.  
Actualmente, la crisis que enfrenta el lago Titicaca, es resultado de una serie de acciones humanas sustentadas en un modelo desarrollista de larga data y aún vigente. Para comenzar, el Instituto de Investigaciones Químicas de la Universidad Mayor de San Andrés emprendió un estudio en la cuenca de Milluni, para conocer las consecuencias de la actividad minera desarrollada, entre 1929 y 1972, por la Fabulosa Mines (empresa inglesa) y entre 1975 y 1986, por COMSUR (propiedad de Gonzalo Sánchez de Lozada). Los resultados del estudio afirman que se acumularon alrededor de 3 millones de toneladas de restos de cobre y zinc generadas en el siglo pasado, que aún son recibidos por el lago Titicaca y seguirán contaminando las aguas durante siglos. 
El lago Titicaca, además de recibir contaminantes mineros, recibe residuos industriales provenientes tanto de Perú como de Bolivia. Sumado a esto, recibe grandes cantidades de desechos humanos. El año 2011, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) alertó a los gobiernos de Bolivia y Perú por los altos niveles de contaminación, reconociendo en aquel entonces, que las poblaciones ribereñas generan 100.000 toneladas de residuos que van a parar al lago cada año. Además de ello, las aguas residuales generadas en la ciudad de El Alto son evacuadas al lago y debido al crecimiento poblacional, estaría recibiendo desechos humanos de aproximadamente 9 millones de personas en las siguientes décadas.
Mientras que el lago sagrado, el más alto del mundo, se ha convertido en un símbolo importante para el nacionalismo peruano y boliviano, hemos olvidado las tecnologías y formas de vida sustentables, construidas por las sociedades que se criaron con el Titicaca durante milenios. A través de la crianza con el agua, las diferentes sociedades desarrollaron canales abiertos y subterráneos, construyeron represas, capturaron agua de los manantiales, realizaron movimientos de tierra para aprovechar la humedad, construyeron camellones, revestimientos de piedra y arcilla e impermeabilizaron y utilizaron losas y rugosidades para disminuir la velocidad del flujo, entre otras tecnologías. El pueblo Qnas Suñi Chipaya, conocido comúnmente como Uru Chipaya, tras una larga historia de colonialismo y aislamiento ocasionado por relaciones tensas con sus pueblos vecinos, cultiva la quinua en terrenos sumamente salinos tras procesos complejos de lameo de la tierra, aprovechando al máximo las cantidades escasas de agua que llegan a su territorio y reafirmando así, hasta el presente, su identidad como seres del agua. La presencia estatal para la resolución de problemas estructurales en torno al acceso al agua es mínima y más bien, resalta un apoyo coyuntural en situaciones de emergencia.  
Los Estados actúan con una doble moral. Por un lado, se comprometen con enfrentar la contaminación y escasez de agua, pero por otro lado, continúan emprendiendo proyectos desarrollistas que inciden en la crisis del agua. El pasado 12 de junio, el gobierno boliviano anunció la prospección y exploración aurífera en el río Madre de Dios, uno de los ríos más caudalosos de la Amazonía. El Viceministro de Desarrollo Productivo Minero Metalúrgico, Víctor Flores, afirmó que el proyecto permitirá aumentar el aporte de regalías por parte del departamento de Pando y que además, se realizaron trabajos de exploración y prospección en el Madre de Dios desde la década de los 70, expresando la continuidad de un mismo modelo de desarrollo a pesar de los principios establecidos en la nueva Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia. Además de la explotación aurífera en el río Madre de Dios, el megaproyecto de la hidroeléctrica del Bala y el Chepete y el proyecto hidroeléctrico Rositas en el Chaco boliviano, expresan una concepción sobre el agua como recurso, en términos netamente económicos, y no como un bien común.    
Tanto el Estado boliviano como el peruano, emprendieron proyectos extractivistas en las últimas décadas, sin el consentimiento de las comunidades indígenas que resultan afectadas, a pesar de haberse adscrito al Convenio de la OIT. La persecución hacia líderes indígenas o activistas y la deslegitimación de sus protestas en defensa del agua, parece ser otro punto en común. En Perú, el caso emblemático de los y las guardianas de las lagunas que se opusieron al proyecto minero Conga, fue documentado por Amnistía Internacional en el texto “Una Receta para criminalizar: personas defensoras del Ambiente, el Territorio y la Tierra en Perú y Paraguay” (2018), que desarrolla cómo las autoridades gubernamentales emplean el acoso, la estigmatización y tácticas de intimidación para obstaculizar esfuerzos comunitarios en la protección de los derechos. En Bolivia, la denuncia realizada por Ruth Alipaz sobre la violación de los derechos indígenas en el marco de los proyectos de las megahidroeléctricas de Chepete, Bala y Rositas, el 18 de abril de este año en un foro de las Naciones Unidas, fue deslegitimada por el gobierno boliviano a través de argumentos que sostenían que Ruth no era una vocera legítima de los pueblos indígenas, no formaba parte de ninguna organización “orgánica” y ni si quiera era indígena. Ambos argumentos se relacionan con una táctica empleada por el gobierno boliviano reiterativamente para dividir organizaciones y así, negociar con dirigentes cooptados.  
Frente al papel que ejercitan los Estados en asociación con las empresas transnacionales, algunas comunidades practican formas de resistencia desde lo local que nos aclaran cada vez más el panorama. En marzo de este año, mujeres de distintas comunidades aledañas al lago Titicaca en Perú y Bolivia, realizaron jornadas de limpieza de residuos, como lo realizan ya hace algunos años. Su preocupación común frente al estado actual del lago, expresa que las fronteras estatales no superan la naturaleza del paisaje y el respeto a su vitalidad. Desde la vigilia continua realizada por las y los guardianes de las lagunas en Cajamarca, hasta los emprendimientos en torno a la limpieza del lago Titicaca y la continua lucha por la defensa de la Amazonía, las prácticas locales reflejan un posicionamiento distinto al modelo desarrollista, uno que se basa en la relación cercana con el paisaje que ha criado a las sociedades durante la historia humana.
Fuentes:
http://www.lostiempos.com/oh/actualidad/20180611/alerta-cientifica-lago-...
https://www.noticiasfides.com/nacional/sociedad/peru-insta-a-parar-galop...
http://www.paginasiete.bo/especial01/2017/2/23/milluni-larga-agonia-cont...
https://www.noticiasfides.com/economia/gobierno-ofrece-a-las-cooperativa...
https://www.amnesty.org/download/Documents/AMR0181582018SPANISH.PDF
https://drobisonbolivia.blogspot.com/2018/05/el-gobierno-indigena-la-emp...
 

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