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Bibliothèque LA INVESTIGACIÓN COMO UN TEJIDO DE RELACIONES, COMPLICIDAD Y EMPATÍA

LA INVESTIGACIÓN COMO UN TEJIDO DE RELACIONES, COMPLICIDAD Y EMPATÍA

LA INVESTIGACIÓN COMO UN TEJIDO DE RELACIONES, COMPLICIDAD Y EMPATÍA

Resource information

Date of publication
Décembre 2016
Resource Language
ISBN / Resource ID
IPDRS-Diálogos-186
Pages
3
License of the resource

La investigación como un tejido de relaciones, complicidad y empatía
Ruth Bautista Durán
Tiene formación en Sociología y Literatura Latinoamericana, además dos especializaciones en Estudios Culturales, Investigación para el desarrollo, Economía Feminista y Educación Superior. Se desempeñó como investigadora del Programa de Investigación Estratégica de Bolivia (PIEB) y ha participado de varios programas de desarrollo con profesión en Gestión Territorial y Género. Es autora de varias publicaciones sobre género, organizaciones originarias, políticas agrarias e interculturalidad. Actualmente es investigadora del IPDRS y coordinadora del Movimiento Regional por la Tierra y Territorio.
 
 
Cada día, en nuestro país y continente, la lucha indígena por el acceso a la tierra es más perene. Es por eso que uno de los impulsos más grandes de trabajo del Movimiento por la Tierra y Territorio es la de presentar casos donde testimonios y accionares de protagonistas manifiestan su realidad y la solución de sus problemáticas; inspirándonos a trabajar y luchar por un país igualitario, comprendiendo la fuerza y articulación de los pueblos indígenas y campesinos. Nuestro rol, entonces es más claro: la dinamización de gestiones a través de la investigación.
La primera propuesta de la Asociación Departamental de Antropólogos de La Paz (ADA La Paz) a la iniciativa de articulación del Movimiento Regional por la Tierra y Territorio, señaló al caso de la Central Agraria de Zongo (Caso 83) como la primera experiencia que logró arrebatar un proceso jurídico de características penales y territoriales a un juez ordinario, para declinarla a la jurisdicción indígena originaria campesina (JIOC) y, así, defendió su acceso a la tierra ante una empresa minera.
Como todas las experiencias que registra el Movimiento, este caso nos aproximó al testimonio de los protagonistas, Ángel Sullca, Macelo Chambi, Betty Macusaya y Juan Carlos Marcani, que participaron en la Comisión de Justicia y Enlace jurídico e interlegal de la Central Agraria de Zongo. En algún momento, Marcani comprendió que la comisión requería de insumos para dar sustento histórico e identitario a su demanda y, buscaron articularse a ADA La Paz, a través del antropólogo Pedro Pachaguaya. Tal parece que el logro de la Central Agraria de Zongo tiene múltiples alcances y nuevas alianzas por el desarrollo de la inter legalidad y diversas acciones de apoyo e intercambio de experiencias.
En ese camino, varios estudiantes del mundo se han visto atraídos por la posibilidad de observar los procesos de ejercicio de la plurinacionalidad y la justicia indígena en Bolivia[1], y encuentran en ADA La Paz, una plataforma académica independiente y desburocratizada para aproximarse al avance de estos estudios y a experiencias territoriales en curso. Resulta interesante, además, que el propio Juan Carlos Marcani, a partir de sus estudios en derecho, decida incorporarse al grupo de investigadores para así, replicar y continuar la reflexión colectiva sobre la jurisdicción indígena.
Luego de este interesante trabajo, Pedro Pachaguaya colabora con Samuel Flores, ex autoridad originaria de la Nación Qhara Qhara y actual secretario permanente del Tribunal de Justicia Indígena Originaria Campesina para la organización de un conversatorio[2] y la elaboración de un documento sobre la autoidentificación cultural en las cédulas de identidad[3], un tema que visualiza otra veta para el fortalecimiento de las organizaciones y gobiernos indígenas originarios.
Nuevamente, ADA La Paz le plantea al Movimiento un caso inspirador de acceso a la tierra y territorio y esta vez se trata de un proceso de retorno a la tierra que pone en cuestión diversos aspectos de interés, tanto de la titulación colectiva de tierras como de los tópicos agrarios y étnicos más abordados de la investigación. Coniri, comunidad originaria de la Marka Tapacarí Cóndor Apacheta (Oruro), deja en entredicho la calidad del “saneamiento” de tierras, pues muestra la falencia principal del Estado ante la conflictividad de tierras en el altiplano boliviano y, a la vez, expresa las pocas opciones que ven las autoridades originarias de los territorios para ejercer su gobierno al calor de las fiebres mercantilistas, el monocultivo de la quinua y la creciente sequía de los últimos años.
La imagen de una familia despojada de sus tierras tendría que ser la imagen más desalentadora a retratar, no obstante, los investigadores Amy Kennemore, Pedro Pachaguaya y varios estudiantes de Antropología insisten en que se trata de un caso inspirador y que el acceso a la tierra y territorio, a través del retorno, está muy próximo. Con estos antecedentes, las dinamizadoras del Movimiento decidimos visitar Coniri y conocer a la familia Quispe-Calani, junto a los compañeros de ADA La Paz.
En unos entrañables días de convivencia y recorridos, ensayamos juntos lo que será el retorno a la tierra de las familias. Mabel Calani, quien siendo casi una niña fue la última en dejar los terrenos y quedó gravemente marcada por los hechos de violencia, afirma “estamos felices de volver, aquí éramos felices nosotros”, los primos ya mayores rememoran sus lugares de pastoreo y juego, mientras que las abuelas y abuelos no pueden contener el llanto al ver abandonado el paisaje que los vio crecer, “bonita era mi casita”, “todo mi trabajo aquí está”, “aquí estaban mis animalitos”, se lamentan. 
Al visitar cada una de las parcelas transcurren también los relatos del espanto. El deseo manifiesto por acaparar la tierra comunitaria; la familia “malcriada”, conflictiva y violenta; el amedrentamiento; el crimen que genera un condenado a prisión y desata más intimidación y agresiones; el incendio de las casas, los huesos quebrados, la sangre en las paredes, la falta de respeto a las autoridades originarias y un sinfín de escenas que no están presentes ni en los estudios del “boom de la quinua”, ni de la “descampesinización y éxodo rural”.
En algún momento del recorrido por las parcelas y al avizorar la potentada casa, nos sorprenden los gritos de la jefa de la familia que ha concentrado la tierra de la comunidad a fuerza de ataques y tortura física y psicológica al resto de los comunarios. Las miradas de propios y extraños se cruzan y no hallan asidero, entre el temor y la perplejidad.
Ante este tipo de hechos y la amenaza a la integridad física, los investigadores sociales suelen poner en cuestión su posicionamiento ético y político, se aviva la tensión entre el compromiso político y los réditos en la academia que el “yo testifical” suele obtener en contextos de adversidad o violencia. El aprendizaje concreto de ADA La Paz, sus investigadores y muchos de los aliados institucionales, dirigentes y activistas del Movimiento, es que muestran las posibilidades de un contexto en y junto a los protagonistas de un controvertido y contemporáneo mundo rural. Si bien es cierto que los mecanismos de despojo y extracción de recursos naturales se han perfeccionado, también las sociedades rurales se han transformado y generado diversas estrategias. Los investigadores académicos no tienen más un lugar jerárquico, un privilegio epistémico sobre los grupos sociales; éstos los interpelan, cuestionan y subordinan a sus procesos. La complicidad y empatía no sólo se traduce en la sujeción de los investigadores al proyecto político, sino también a la toma de posición de los protagonistas de los procesos territoriales en ámbitos académicos y de desarrollo. No serán más –si así lo decidimos-, ámbitos antagónicos o distantes, será la interlocución comprometida horizontal la que produzca conocimiento.
La gran expectativa que tenemos de la familia Calani-Quispe es que pueda retornar a la comunidad de Coniri, a la comunidad de donde son originarios, pero además, la gran esperanza que vislumbramos es que con esta experiencia podamos proliferar más procesos de investigación-acción territoriales. De lo que se trata entonces es de ampliar los lazos comunitarios hacia la academia, el desarrollo y el activismo social, estos lazos que el Movimiento entiende como alianzas por la tierra y territorio.
 
Notas al pie de página
[1] Véase: http://www.pieb.com.bo/sipieb_nota.php?idn=9875
[2] Véase: http://www.sudamericarural.org/index.php/noticias/nuestras-actividades/5...
[3] Pachaguaya y Flores (2016) “Disputas en la gestión de la identidad y el ejercicio de los gobiernos indígenas en Bolivia”. Disponible en: http://porlatierra.org/docs/7fcf99ca1614b228529bf356d24e3081.pdf
 
*Las opiniones expresadas en este documento son responsabilidad del autor y no comprometen la opinión y posición del IPDRS.
 

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